jueves, 7 de octubre de 2010

LA HISTORIA DE UN CONVENTO




Hace poco leí un texto llamado Noticias de un convento frente al mar de Germán Espinosa haciendo un resumen que quiero compartir con los lectores para mostrar un poco el erotismo que presenta su autor.

"Aquello de que creemos capaces a otras personas da la medida de nuestra propia capacidad" (Tomada de Noticias de un convento frente al mar)

La historia comienza con el relato de la propietaria ya anciana de un prostíbulo, que narra sus vivencias lésbicas cuando joven, ubicadas en un convento. Un convento en el que de entrada se me torna como un lugar sombrío puesto que la lectura me lleva a un lugar cerca al mar, donde las olas irrumpían en las rocas creando así un lugar desolador y poco consolador para un alma triste y que busca un crecimiento supuestamente espiritual, donde el moho, aparte de estar en las paredes rocosas del convento, pareciera estar en el corazón de las hermanas. Este lugar que no es preciso de oración y desapego a lo mundano, si no, en lo personal, es más un elogio a la homosexualidad y desfachatez observado desde un lado oscuro y oculto.

Cuando era niña vivía en una tranquilidad y claridad de todo niño, salvo a la muerte de sus padres. Criada bajo creencias católicas, sus tíos, después de la muerte de sus padres, ofrecieron a las carmelitas un jugoso donativo para que recibieran a la joven a sus 17 años con tal de quedarse con la herencia que a ella correspondía. Estando en este claustro en contra de su voluntad. Tal vez por el dinero que aportaban sus tíos, las monjas no vigilaban a la chica, ni se preocupaban por su crecimiento personal ni espiritual, solo la lavandera que ya vieja apostaba por la novicia y se atrevía a vérselas, si fuera necesario, cara a cara con el mismo diablo.

La proxeneta recordaba su primer semestre en el convento y sus lugares; el patio donde se creía poder pasar las horas aislada del mundo y con una transitoria tranquilidad observando a la hermana Nicolasa quien se había convertido, después de mucho tiempo, en inventario del convento y quien se encargaba de la pureza de los hábitos y las vestiduras de las novicias. Me refiero a hábitos aclarando que esta vieja lavandera se ocupaba del aseo, no solo físico, de sus prendas, si no, de la limpieza interior de la novicia, imagino que no solo fue con ella sino con todas las novicias de las que sentía que el mismo demonio se estaba apoderando, procurando mantener en pie al convento. Cuando la joven era tan solo una novicia, en una tarde en que estaba en el patio para distraer la mente, la hermana Nicolasa parece advertirle no solo con una mirada sino, con una frase que ella no entendía del todo, queriendo tal vez decirle que se aproximaba una guerra espiritual, o tal vez, hacerle culpa de una futura profanación pero que, aunque encargada de la limpieza, no estaba en sus manos evitar, al menos no en el momento.

Este claustro era más que una clausura ya que había muchas reglas religiosas que hacían de este lugar una cárcel voluntaria, en el caso de ella, en contra de su voluntad.

Un día cuando descendía de un árbol, la hermana Helga se acerca y le ayuda a descender deslizando sutilmente uno de sus dedos entre su vestido hasta hacerlo desaparecer en su vulva, Despertando en ella a la mujer domesticada hasta entonces nuevas sensaciones abordaron a su cuerpo, la piel despierta y todos sus sentidos gritando, los mismos que ella ignoraba que existían, como si el mismísimo demonio estuviera ahí para hurgarle cualquier sentimiento de desprecio por el sexo y se empeñara en satisfacer todos sus más bajos deseos carnales. De ahí, esta joven se enamora perdidamente de Helga y juegan muchas noches despertando en el espectro del claustro, repentinos deseos sexuales; juegos que despertaban en la joven toda clase de pretensiones y de ambiciones sexuales colmando su apetito con repentinas masturbaciones, haciendo que cada encuentro se tornara como si fuera su primer encuentro sexual.

Pero ahí estaba Nicolasa, imponiéndose siempre, queriendo pelear contra lo que ella creía que era estar cara a cara con el diablo. Haciendo esfuerzos sobrehumanos para vigilarla, se quedaba fuera de su cuarto tratando de hacer que su camino en el claustro sea más espiritual que sexual. Esta vieja lavandera gasto todas sus energías imponiéndose a los encuentros eróticos de estas dos mujeres, por tanto dedico día y noche a vigilarla, y en consecuencia de esta vigilancia, cae moribunda. Mientras tanto Helga no pierde su tiempo y ya se encontraba al asecho de otra novicia recién llegada, esta seducción hacia que la joven se sintiera con despecho y no sé si intencionalmente, pero creyendo que si, la joven compartiría su resentimiento con el joven que atendía su guardiana ya moribunda, el joven no tenía ni idea que las consecuencias de este desaire dispuesto por Helga le iban a repercutir. El joven médico que se dedicaba a velar por la salud de Nicolasa y que después se encontraría en el campanario de la iglesia donde es desnudado por la joven en despecho haciendo de esta, la primera vez que veía la erección de un miembro masculino. El joven médico es descubierto desnudo, apenado y con frio, tapando su pene mientras miraba que la joven novicia tocaba sin parar las campanas del convento como si quisiera aturdir a su moribunda guardiana para poder despertarla de su profundo sueño. Las campanas retumbarían hasta el prostíbulo en el que recuerda la historia de su acto lésbico, en aquel convento carmelita donde sin ninguna vergüenza, despojo sus miedos para entregarlos al más fantasmagórico deseo; este convento que después de que Helga le subiera a los placeres eróticos que daba el sexo, se convertiría en el mejor castillo principesco donde se sentía en un sueño que a su edad despertaba el más puro amor, sin haber conocido si el acto heterosexual le produciría el mismo placer que desencadenaba Helga.

Se evidencia que la joven termina como dueña de un prostíbulo pero me crea la duda de que pudo ser de aquella Helga; tal vez hubiera vivido el resto de su vida en el convento conquistando a jovencitas novicias enseñándoles desde un punto lésbico, me hace recordar la palabra Safo y que en mi consulta verifique que era una poetisa griega la cual enseñaba entre otras cosas a recitar poesías a sus alumnas y a muchas las enamoraba. La Safo de esta historia indudablemente era Helga, que con sus desdenes al claustro hacia de este lugar un templo para el sexo y el engaño prodigando su deseo homosexual. También pudo ser que se canso de no emprender sus ansias viriles que solo lo podía saciar con un miembro masculino y se escapo en aquel barco camaronero imaginándose que estaba lleno de hombres con los que pudiera satisfacer sus deseos sexuales. La Safo de Lesbos mencionada era Helga y su Lesbos el convento.

“A los rebeldes y a los soñadores una vez cumplidos nuestros más caros sueños solo nos queda el desamparo y la resignación” (Tomada de Noticias de un convento frente al mar)


3 comentarios:

  1. Yo quiero ser Helga, pero en vez de en una convento en una Iglesia llena de curitas, haber si se resisten.
    Ahora me pongo seria, está muy bacano el texto, esto debe pasar en más de un convento de donde nos venden una falsa idea de pureza; y no es que quiera juzgarlas, me parece muy bien que hagan lo que sientan, pero no me parece bien que aún nos vendan esa idea de castidad.
    Un abrazo

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  2. ps que te dijera yo... la tierra esta enferma y confundida... al final de los caminos cada quien se daara cuenta si fue o no un error... a cada quien....

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  3. Eso pasa cuando en todos los lugares donde por la diciplina y las circunstancias impiden que los jovenes expresen su sexualidad de manera natural (Seminarios, conventos,´ejercito, etc.), ya que es una necesidad, si no tienes agua terminas tomando hasta orines, si no tienes comida te comes hasta las piedras, y nuestras sociedades en lugar de normar y encausar correctamente la sexualidad, tienden a prohibir, censurar, y obviamente desviar provocando actividades homosexuales

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