jueves, 29 de julio de 2010

CANCER EN EL ALMA

Mi familia está pasando por una crisis, ya que uno de sus pies tiene quebrantos de salud. Quise decir pies porque son las personas en las que se apoya el estado emocional de la familia; mis tías abuelas. Por ser la generación más alta de la familia muchos giran alrededor de ellas.

Una de ellas, de las tía abuela, vive en mi casa, apostándole a la vida, o simplemente esperando morir. La otra, en estos momentos, yace en un hospital de Cali apostando a vivir, aunque en nuestra familia ha existido una enfermedad común, ese cáncer de la ausencia emocional, o la expresión de la misma, hace que en estas circunstancias los rencores se prescindan o simplemente se guarden para otra ocasión. Mi tía abuela conoció la parte tosca de mí, no he tenido la oportunidad de remediarlo, tampoco ninguno de los dos lo buscamos, lo que sí es seguro de mi parte es que no quiero que alguien en la familia tome algunos criterios de mi por dos o tres momentos que compartimos. Ella viaja para visitar a su hermana en mi casa, y en alguna ocasión llego, con algunos regalos en su bolso y con un saludo efusivo. No sé porque tuvimos un dialogo donde se me olvidaba que era mi Tía abuela, con ese título no hacía falta de observar sus canas para haber respetado sus palabras. Tal vez fui egoísta en dedicarme a defender solo lo que yo quería y no lo que la familia pretendía.

No siempre lo que pensamos se toma como bueno para la otra gente, solo es un punto y es subjetivo, ese cáncer del egoísmo atrofia los pensamientos y no nos hace ver más allá de lo que pretendemos, no vemos lo que intenta hacer el mundo exterior. El cáncer de la falta emocional que porta mi familia está alimentada por muchos acontecimientos de odio, peleas, gritos y llantos, quizás hice parte de ese alimento, le di de comer a ese monstruo que sigue acompañando la familia por parte de mi padre, ese que pone más largas las distancias que el mismo asfalto.

Pienso que tal vez estamos empeñados en cultivar solo la afectividad como padres con nuestros hijos y escasamente la de hijos con padres; nunca la afectividad desde otro punto de vista; tíos con sobrinos, primos con primos, primos segundos con primos, hermanos con hermanos… y todas las relaciones afectivas que se pueden crear en el entorno de la familia reforzada por el respeto a cada uno de los integrantes, sus pensamientos y sus creencias políticas o religiosas; esas, no sé la razón pero, son las más básicas para dañar una relación afectiva.

Quizás cuando algún día muera mi tía abuela no vuelva a tener contacto con su hija, o tal vez cuando su hija muera no volveré a saber de su nieta o que su bisnieta nunca sepa de mi; están en un país donde, si no tienes algo fuerte que te enlace para volver, te olvidas de tus raíces; en ese país los lazos afectivos son los que están morando contigo. Esa es la imagen que proyecta, para mí, ese país.

No expresaremos de igual forma nuestra afectividad de pareja con mi vecino, pero deberíamos abogar para que los actos sean acompañados de un bien común, que enlacen un rio de buenas obras como en la película “cadena de favores”, no solo con nuestros familiares, sino que el rio se desborde y también unte a todas las personas. Así como todos comparten sus tristezas, también compartan la alegría, no solo en la intensión esta las buenas obras, sino en los hechos transportados a la realidad.

No son esas células malignas las que destruyen nuestra alma, es el cáncer de las malas intensiones, de las mentiras, pues no le estaremos haciendo daño a alguien sino que estaremos cultivando un lodazal para nuestras vidas.

La claridad es una meta que todos, hasta involuntariamente, buscamos; si escondemos lo que siente el alma nos mentimos a nosotros. Las mentiras solo son el fardo de las verdades… y ellas no siempre estarán ocultas…

De los que no conozco, de los que se unen a mí por medio de algún lazo invisible, mis mejores deseos y que Dios los bendiga.


jueves, 22 de julio de 2010

SOLO PARA DIOS

"Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos."

Han encontrado en mí muchas falencias, pero son relativas, no todos piensan lo mismo. Recordando el camino desde la primera vez que fui a una Iglesia Cristiana, repasando todo esto, se me vino a la cabeza como fue ese primer día que en verdad me hablaron de Cristo. Con recuerdos muy vagos, creo que tenía ocho años, también creo que muchos creían que se aprovechaban de mi inocencia para llevarme a este lugar. Ahora con 25 años, la inocencia sigue siendo la misma. Recuerdo que la abuelita de Maria nos invitaba, tampoco supe porque mi madre, tan entregada a su religión, permitía que nos llevaran a la iglesia cristiana. Doña Antonia nos recogía antes de las ocho de la mañana porque había que estar temprano para las clases de Batería. Cuando llegamos a la iglesia, nos sentábamos mientras comenzaba una alabanza y una entrega, que siempre desde mi punto de vista me quedaba perplejo, no entendía bien la sazón que Dios me estaba dando de conocer sus palabras. Linda, así se llamaba la niña, de 18 años aproximadamente, que nos daba la clase en la escuela dominical. Siempre me atraía su sonrisa y su mirada, hasta entonces no veía, en las chicas de su edad, esa tranquilidad que inspiraba. Linda siempre nos miraba fijamente para cuando el grupo de alabanza terminara guiarnos hasta el salón. Siempre nos hacia juegos didácticos, nos hablaba de las majestuosidad de Dios. Siempre le creí pero nunca puse atención a las ilustraciones que nos daba en unas copias, siempre me maravillaba la alegría con la que se expresaba. Linda nunca se enojaba con nosotros, si uno de nosotros hacia algo incorrecto simplemente lo hacía para al frente y decir una oración, y como a todos nos daba pena, era suficiente para hacernos entender lo que quería de nosotros.

Recuerdo que Camilo, otro chico de mi edad que asistía con nosotros, tampoco de familia cristiana, se encargo de mostrar a todos que él era cristiano. Se compro una biblia, siempre se sentaba en su casa y le hablaba a los amigos de su edad, 2 meses después lo llevaron donde un sacerdote católico que para que volviera a los caminos. La verdad me parecía chistoso al saber que mi amigo era llevado donde alguien porque estaba supuestamente perdido. Algo relativo desde que punto de vista se ve cual es el camino. Camilo llego diciendo que los cristianos estaban locos, era niño y es más fácil convencer a ellos cuando chicos que cuando adultos, son como un cuaderno en blanco, solo tienen espacio para escribir. Le pedí la biblia y me dijo que me la vendía, como la economía en mi casa era escasa pues solo vivía con mi madre y mi hermano, le dije que no tenía plata, entonces prefiero archivarla.

Un día linda no volvió a dar las clases, nunca supe porque, jamás la volví a ver.

No recuerdo cuanto tiempo asistí a la iglesia, pero un día, me enviaron de paseo a Yolombó, como todavía no podía tomar decisiones en mi vida, busque en silencio una iglesia, solo necesitaba sentirme tranquilo, no tenía que ser de lujo, no tenía que ser la más grande, no exigía nada, simplemente que estuviera tranquilo.

Recuerdo cuando llegue a Medellin, me hicieron lo mismo que le hicieron a Camilo, nunca le creí a la persona que me enviaron, pero ya no podía asistir a la iglesia porque no dejaban que doña Antonia se acercara. Pasaron unos años para reencontrar personas con las que compartí momentos de tranquilidad, eso sentía de niño, tranquilidad.

Como siempre, la escases en la facilidad de hacer amigos, me mantenía alejado de algunos círculos sociales. Un día, ya con decisión y sin que nadie influya, entre a la misma iglesia, pero ya no era lo mismo. La gente me miraba extrañamente y me hicieron sentir intruso. Como era joven todavía para entender que no todos me tratarían como esperaba, decidí no volver a acercarme. En otra ocasión entre a otra que era muy grande, y pase desapercibido, excelente me dije, nadie sabe quién soy y no todas las miradas iban a apuntar hacia mí. Fui varias veces como por seis meses, solo los sábados.

Paralelamente me habían invitado a otra iglesia, pero no, no llenaba mi expectativas, o sea, mi tranquilidad, entonces fui muy pocas veces. Cada vez que iba en mi moto y veía una iglesia, entraba, observaba mi tranquilidad y si me sentía bien, volvía a los ocho días.

James me invitaba a unas iglesias en Medellin y varias veces lo acompañe, había una que me gustaba mucho y después de que no volví a saber de él por un tiempo, fui como dos veces no más.

Un día, vía virtual, me invito a una iglesia lejos de Medellin, casi siempre le decía que no, siempre le decía que no podía aunque al final era una simple excusa. El día que me anime a ir con él… cambio……..

Un día me dedique a complacer a la gente, hacer las cosas que todos quieren que haga, olvide por completo complacer a Dios.

Es muy diferente escucharlo, es muy diferente hablarlo, vivirlo, es más que sorpréndete.




miércoles, 21 de julio de 2010

RECUERDOS PERDIDOS


Ni siquiera aventurándome por la historia de mi familia había encontrado algo que penetrara en mi he hiciera sentirme como hijo de la tía “Tiva”, asumiendo parte de culpa por el abandono de la familia. Para mí, esa forma de “justicia-venganza” tampoco alivia mi alma, y aún no soy tan perspicaz para entender la satisfacción con la idea del “ajuste kármico”… Simplemente me siento a releer este artículo de mi prima Luz Dary Jiménez Monsalve y esperar que mi alma siga ahogando el grito que siempre he sentido “ya que en la familia de mi padre la afectividad siempre ha brillado por su ausencia”… esta contradicción humana se ha vuelto parte de la vida…

En el afán que trae la vida olvidamos nuestros seres queridos, olvidamos o nos hacemos los ciegos de quienes son parte de nosotros, olvidamos el lazo que nos ha unido… Del siguiente artículo, mi mejores recuerdos perdidos…

UNA VIDA PARA EL ABSURDO (Luz Dary Jiménez Monsalve)

En memoria de mi Tía “Tiva” porque la justicia a veces es invisible.
En estos días he estado pensando en esas historias absurdas, tristes y dolorosas para las que sólo encuentro alivio creyendo en la reencarnación, o en que esta vida es un complot divino que uno diseñó con la ayuda de seres que lo aman a uno mucho en el plano del alma, para realizar trabajos que a la personalidad le parecen difíciles, y que están al servicio de la purificación del alma.
Y es que en la familia de mi madre casi todas las historias son absurdas, sin sentido, muchos llegaron a este planeta y se marcharon dejando una sensación de impotencia insoportable.
Como la historia de la tía "Tiva", quien estuvo al servicio toda su vida de una familia adinerada que tuvo que abandonar el pueblo porque habían adoptado una niña de horas de nacida que se habían encontrado en la carretera. Todo el mundo supo de quien era la niña, de otra familia poderosa del pueblo, y en aras de proteger a la menor de saber su verdadera procedencia se marcharon a vivir a Medellín. Mi tía Natividad a quien todos llamábamos "Tiva" fue la nana de esta pequeña, quien posteriormente se convirtió en su peor verdugo.
En la edad madura mi tía Tiva, se accidentó y se descaderó, la niña que ya se había convertido en mujer y a quien llamaré Sonia, no le brindó atención médica, pese a que era una mujer con mucho dinero, y la fractura cicatrizó fuera de su lugar por lo que mi tía caminó el resto de su vida arrastrada por el suelo, desarrollando una destreza asombrosa para saltar y acceder a los sitios altos. Aún así se las ingeniaba para cumplir con sus obligaciones de doméstica y nana de los hijos de Sonia. Nunca supimos en qué momento Sonia dejó de pagarle sueldo, convirtiéndola en su esclava. La tía Tiva nunca pedía justicia o se marchaba de allí porque esa constituía su única familia y los únicos lazos afectivos que ella había conocido, ya que en la familia de mi madre la afectividad siempre ha brillado por su ausencia. La indiferencia por las condiciones en que había sido esclavizada la tía Tiva es la prueba más grande de la aridez afectiva que ha existido en la familia.

Siempre que visitaba a mi tía Tiva, salía con el alma en las manos, viviendo es esa casa tan llena de lujos, siendo literalmente una esclava para aquella familia, que aún en sus últimos días de vida no la exoneraban de sus obligaciones y haciendo su trabajo pese a los dolores físicos que su condición le traía. Muchas veces quise demandar a Sonia, para entonces era alcalde de la ciudad de Bello Antioquia y tenía además de una inmunidad diplomática una narco inmunidad. El cerco se había cerrado para todos, ella tenía más poder del que jamás se imaginó y esa bola de nieve ya estaba demasiado grande. En aquel entonces lamenté no haber tenido más edad cuando el abuso había comenzado para haber rescatado a la tía Tiva de esa vida, de esa que fue toda su vida.
La tía Tiva se fue debilitando en casa de Sonia hasta quedar nada de ella, en sus setentas y en los últimos días de su vida mi madre y otra de sus hermanas consiguieron rescatarla de la casa de Sonia y llevarla de regreso al pueblo donde murió dejándonos con este sinsabor de no haber podido hacer nunca nada porque se hiciera justicia con ella.
Siempre que pienso en la historia de la tía Tiva recuerdo la única vez que ella me permitió expresarme mal de Sonia, y como me escuchó atentamente sólo para decirme: "a mi aquí no me hace falta nada, pero a ella si, estas muy joven para saber que hay cosas que el dinero jamás podrá comprar".
o me alivia la idea de saber a Sonia “pagando” sus deudas con mi tía, esa idea de justicia-venganza no me ayuda, me regocijo en la idea de que la vida las reunió para algún ajuste kármico, y que en el plano del alma todo está en perfecto orden, porque esa idea es la única que me trae la sensación de paz que necesita la memoria de mi tía Tiva, el ser humano más fuerte que he conocido.